miércoles, 4 de julio de 2012

Cheche: un “Down” fuera de serie…


Por Moraima Zulueta
moraima@gritodebaire.icrt.cu

Preguntar  a cualquier residente de Maffo por Eliécer Navas  Llópiz, quizás resulte un nombre desconocido, pero si decimos  Cheche, segura estoy, le será  muy familiar identificar este personaje  local.

En calle lra No. 15 del Reparto Nuevo Bijagual,  Maffo, vive  este     protagonista,  a  quien la vida lo  marcó con   un síndrome de Down severo, sin posibilidades de aprender las letras del abecedario y los   números  para contar, con un   lenguaje incapacitado  característico de  su   propia enfermedad  genética.

De estatura mediana  y complexión delgada, y una fisonomía típica de  un “Down”, Cheche, tuvo  la gracia  de nacer con los  ojos del color de la esperanza  que hablan   de   por  sí, cuyo contraste con cejas bien tupidas,  orejas y entradas pronunciadas,   armonizan  sus  muecas para   la diversión de  sus seguidores.

Sin embargo,  su carisma natural, lo convirtió en  leyenda viva del pueblo, pues tan pronto aprendió a caminar desandaba  las calles y espacios públicos para ganarse la vida y hacer reír a muchos.

Tras el centavo nuestro de cada día, una carretilla le distinguía  como mandadero del barrio, con vestimentas   que  hacían galas  a oficios de sus grandes  predilecciones: chofer y policía, cuyo bastón y gorra era la indumentaria distintiva que le acompañaba siempre. Contorsionista por excelencia;  acostumbraba  a reunir  multitudes, que en pago a sus carismáticas piruetas, le regalaban   chiflidos y aplausos.

Dársela de buen orador, lector de periódicos de revés y conocedor de “buenas nuevas”     fueron   otros de sus encantos. Frases   como “Latingo, latingo, latingo…jo” para referirse a Latinoamérica, y nombres de   presidentes    y dirigentes de la nación      etiquetan su conducta revolucionaria  y sentido de pertenencia por la  Patria que le vio nacer y crecer.

Con sus propias ganancias de “pesetas”  este personaje leyenda  de Maffo,  discutía diariamente  “el uno”  en la compra de la prensa, y tras una  supuesta lectura  y “fabulosos discursos” arrastraba un pueblo, que se regocijaba   con su agraciada fantasía.

Era la voz altoparlante del barrio para el anuncio de productos alimenticios: ”llegó mandao…,  el biquillillo,  azuca y aró”  para avisar  el picadillo, el azúcar y el arroz,    cuyos anuncios movilizaban al vecindario que confiaban en la seriedad del “pícaro”

Sus dotes   rebasaban los límites geográficos del municipio,  al ser trasladado por conductores de confianza, hacia tierras camagüeyanas y de la capital cubana, para hacer deleitar a viajeros y a los propios pobladores de los  lugares de destino.

Bailador nato en cualquier escenario con un descomunal contoneo de cintura,  con apego a  la música del Órgano Oriental  y  de   la buena  pachanga  acompañada  de    su jarrito de cerveza, Cheche amanecía en fiestas populares, hasta que familiares salían tras su búsqueda  para el regreso a casa.

¿Cuál es su temor? Viene un ciclón”… ha sido la frase más  espantosa y   temida para este personaje, cuyo aviso de maldad y susto de muchos  provoca que se refugie en su cuarto, pronunciando palabras de defensa propia como “Voy day macanazo,   voy decí policía.,   voy a  cogei preso. La oscuridad es otro de sus pánicos.

Epifania  Llópiz (Pifo)  y Amado Navas, fueron sus padres  de origen   humilde, quienes  con el amparo de otros cuatro hermanos con distintos oficios, brindaron atención a Cheche, para que  tuviera buenos modales a la hora de comer;  de vestir, y sobre todo, de lucir una pulcritud permanente; el baño repetitivo era  la costumbre diaria dejando los bidones vacíos y jabones bien gastados.

“Amigo” es la palabra común del  ilustre picaresco, quien así bautiza siempre no sólo   los humanos, también a los animales.

Hoy cuando su cuerpo exhibe 64 años de edad y sus fuerzas no le acompañan, su hermana Loida  Navas  (mamá Yoya -como él le dice- quien es Master en Educación) lo cuida como su hijo grande, con amor, mimo y apego, pues una silla de ruedas es su  soporte de descanso, cuya invalidez total no le impide bailar desarmadamente frente a su televisor o un equipo de música, porque según sus palabras: “no hay quien le “eche un pié a’lante”…