miércoles, 26 de septiembre de 2012

Pompa: de maestro dulcero y chofer a limpiabotas

Por Moraima Zulueta
moraima@gritodebaire.icrt.cu
Cada domingo su travesía en horario fijo por el barrio le distingue con una jaba a cuestas. “Limpiabotas” es el pregón que estremece la cuadra tras su paso agraciado. Este hombre de pueblo, de tez negra y unas cuantas libras de peso corporal, es también una leyenda viva de Maffo.

Orlando Morales Pompa, es un jubilado con júbilo que nació en el poblado de Baire, donde aprendió junto a su papá el oficio de elaborador de “mantecado” una modalidad de dulce criollo, para salir por las calles a buscarse el sustento diario; de ahí que se le conozca en ese pedazo de suelo oriental como “pirulí el mantecaero”

Chofer de una máquina particular y de visita para una festividad patronal denominada “San José de Maffo”, se cruza en su camino Gladis La Rosa, una negra simpática de este poblado, que lo “chifló” para siempre, formalizando hace 52 años su familia, integrada por su esposa, cuatro hijas y tres nietos.

Su afinidad por el timón le abrió las puertas en el mundo laboral en las Empresa de café y cacao, así como de Acopio, donde la huella de obrero noble, responsable, y carismático trascendió en su hoja de servicio.

La esfera de Salud Pública en Contramaestre también lo puso a prueba. El amor por el prójimo en momentos de dolor y humanismo, acuñaron el oficio de chofer de ambulancias en el antiguo hospital “Wilfredo Pagés” con el traslado de pacientes y familiares hacia centros asistenciales de Santiago de Cuba.

Pompa, como cariñosamente se le conoce en su pueblo adoptivo, es de esos hombres que recauda dinero y más dinero y apenas invierte; que nunca tiene “el día malo”; el cuento, las anécdotas picarescas y la pasión por el danzón son atributos que siempre acompañan a este limpiabotas, que de lunes a sábado se le encuentra en su sillón en la esquina del parque infantil de Maffo, donde acuden personas desde rincones diversos.

 “La pelá” como decimos en buen cubano a la muerte, es la palabra tétrica para este citadino común, que según su elocuencia: “tuvo cuatro hijas, de altas temperaturas pero de vientres pocos fértiles y muy pintorescas”.

Cada domingo, cuando el reloj marca las 12 del mediodía, unos minutos después, Pompa pasa por mi barrio con su llamativo pregón: “limpiabotas” para lustrar el calzado a todo aquel que lo necesite.

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